Historias de mujeres


Me casé joven con 20 años muy enamorada y dejé de trabajar, pero no me importó porque es lo que quería. Tengo dos hijos, no he tenido problemas, los crié con mucho cariño. Hacía las cosas de la casa porque era lo más normal, mi marido trabajaba, no he necesitado que se metiera en la cocina.
Ahora es diferente, los matrimonios trabajan los dos, se apoyan para las tareas de la casa y de los niños también.
Hay un inconveniente, tienen menos tiempo para el ocio, yo tenía más (pero es el progreso…).

Mi mayor experiencia como persona, más incluso que ser madre, fue cuidar a mi madre  con Alzheimer durante 10 años. Fue cuidarla, limpiarla, darle de comer, toda una satisfacción.
Incluso ahora veo una persona mayor por la calle sola y me dan ganas de hablar con ella porque pienso que no tiene la suerte que tuvo mi madre. Mi dulce madre….

Bueno yo me acuerdo mucho de cuando era pequeña. Mi madre se quedó viuda muy joven. Tenía 6 hijos, yo fui la pequeña, tenía 2 meses cuando mi padre murió y eso lo tengo muy presente siempre, porque veía como sufría para sacarnos adelante mi madre.
Con 14 años vine a Madrid con una hermana que estaba casada y me puse a trabajar. Siempre estaba muy triste acordándome de mi madre, pero lo bueno que me pasó es que a los nueve años de estar en Madrid conocí a mi marido. Él tenía 28 años y yo 23. Él nada más que quería que nos casáramos y yo le decía “Espera un poco más”, “¡Qué vamos a esperar, entonces es que no me quieres!” Y sí que le quería, fue un flechazo y nunca tuve más novio que él.
Porfiria-

Nací en un pueblo de Extremadura y viví en la misma calle junto con mis padres y hermanos. Fue una época de mucho cariño.
De la misma calle son mis amigas, a las que me une una gran amistad y cariño. Una es mi gran apoyo, en la que deposité en ella la confianza de ser la madrina de mi hijo. Es una época que guardo en mi recuerdo y con una ilusión de conservar lo que me guardo en mi corazón. La tristeza vino cuando tuve que vender la casa de mis padres. Ya pasó y me parece que ya no es lo que viví en mi infancia.
Loli

Papá, todos los días nos reunías para hablar con nosotros. Bueno, mejor dicho, todos los meses, por las noches hasta las tantas. Era para decirnos que te tenías que ir y nos dejabas. Nos pedías la mitad del dinero que quedaba en casa para tus gastos. Pero recuerdo el día que ya con 14 años te planté cara y te dije que sólo te correspondía una sexta parte. Papá al día siguiente volvías y te quedabas, pero te habías gastado lo de todos y nos faltaba para terminar el mes. Me tiraste un cenicero a la cabeza, pero no me diste.
Margarita

Mi separación.
Manolo, ya no puedo más, me humillas, cada día conmigo te portas tan mal, y cuando vienen tus sobrinos los cubanos… ahí me dí cuenta de que estaba casada con un hombre que no conocía. A partir de ahí te perdí el miedo y el respeto, entonces podría pasar cualquier cosa.
Mercedes.

No puedo imaginarme cómo mi vida ha cambiado desde que mi marido dejó de beber. Antes me daba pánico exponer mis gustos o los problemas que yo tenía, y todo lo aguantaba porque me daba pánico, pero dejó de beber. No puedo  decir cómo ni por qué, sólo sé que lo conseguí “yo” sumergidamente y me siento orgullosa de haberlo conseguido, para bien de toda la familia.
Hoy día las cosas han cambiado, “yo soy yo”, no hay miedos y pido el mismo respeto que doy. Me siento muy bien gracias a que supe buscar un camino y salir del hoyo en que me había metido. Hoy día soy feliz por ser “yo”, como me gusta reírme, tener amigas y pasármelo bien.
Quiero amarte sin asfixiarte, apreciarte sin juzgarte, unirme a ti sin esclavizarte, dejarte sin sentirme culpable, criticarte sn herirte. Si puedo tener lo mismo de ti entonces nos podremos realmente encontrar, todo sería mejor.
Rafi.

Mi madre es una mujer muy fuerte, ha tenido 8 hijos y ha pasado mucho. Mi padre era un hombre que le gustaba la juerga e irse con otras mujeres. Todos los problemas que surgían los tenía que solucionar mi madre y si pasaba algún problema grave, le echaba la culpa a ella. Un hermano tuvo problemas con la droga y ella, con su fuerza y optimismo, supo echar para adelante. Otros dos hijos se separaron y ella siempre estuvo dando ánimos y sacando fuerza de donde podía. Esto es un homenaje a mi madre por la fuerza que tiene y su optimismo.

La imagen que tengo de mi abuela materna es de una mujer muy especial, fuerte, matriarcal, defensora de sus hijos a muerte. Ese cariño se prolongaba como una hiedra, cogía nietos, bisnietos… mis hijos les adoraron hasta el final de sus días.
Mi abuela nunca dejó de sorprenderme, sacaba de sus adentros algo que siempre me hacía emocionarme y sentir por ella un inmenso respeto y admiración. Sólo he abrazado como a mis hijos, con la misma intensidad, el mismo amor y ternura, a mi abuela. Ha sido y es un referente para mí. Su sabiduría y buen hacer han hecho mella en mí. Las frases célebres que se les adjudican a personajes célebres, yo tengo el orgullo de que son de mi abuela. Sin tener estudios, su lenguaje era brillante, su forma de expresarse, con una maestría y una belleza al utilizarlo, de un talento que me dejaba con una mezcla de orgullo y de saber y sentir “¡es mi abuela, mía!”Tengo que decir que hasta en sus últimos momentos, postrada en su lecho de muerte, le he oído susurrar (¡para aceptar que llega la hora hay que tener reaños!): “Cristo Bendito, despéname”. María del Carmen V.
Mi vida en capítulos.
Yo fui una niña que nací casi siendo adulta. No sé si todas las niñas de esa época fueron igual pero yo ahora veo los niños trabajan de pequeños y eso está muy mal y se critica mucho.
Yo con 8 años ya fregaba, salía a un kilómetro y medio a llevar una cartera que pesaba más que yo para llevar el correo por la mañana y por la tarde, en un coche de línea que iba a Segovia y volvía.
A los 19 años me fui a una tienda que puso mi padre sin saber nada de lo que allí se hacía y me hice cargo  de la tienda, de un hermano cinco años mayor que  yo y de otra 7 años menor que yo. O sea, que de niña llegue a mujer, después pasé a esposa y a abuela, que creo que es lo mejor que me ha pasado, porque con mis niños soy feliz. Bueno y también con mi marido y mis hijos, o sea que creo que ahora tengo la recompensa de todo lo anterior. Lo malo es que yo estoy mayor y esto no lo disfrutaré lo suficiente que me gustaría.

Yo me casé con 24 años porque mi novio se quedó sin madre en un accidente de tren. Mi novio trabaja en las obras de ferrallista y estaba destinado a Valladolid y nos fuimos a vivir a una habitación a diario porque no podíamos pagar un piso. Cuando estuvimos dos años y medio y cuando acabó las obras nos vinimos a Madrid y compramos un piso y me puse a trabajar para cubrir los gastos, pero con amor todo se hace. Pasamos bastante hasta salir del bache, pero salimos y ya nos planteamos tener un hijo que se llama Paco, y lo pudimos criar lo mejor posible. Cuando tenía 14 años vino otro de improviso, por lo cual estoy muy contenta. Paco tiene 44 años y Javier tiene 31. El mayor está casado y el pequeño sigue soltero. Yo llevaba casada 43 años y cuando empezábamos a vivir porque se jubiló, a los 4 años murió de un cáncer, cuando más falta me hacía. Pero la vida es así. Ahora estoy sola y a aguantar lo que venga.                          
Emilia G.

1 comentario:

  1. Muchas gracias a todas las mujeres que han abierto su corazon de esa manera.Siento admiracion por todas vosotras.Por todo lo que habeis y seguis luchando. Me da mucha alegria saber que estoy rodeada de grandes personas. Un beso muy fuerte

    ResponderEliminar